jueves, 17 de abril de 2014

Accidente en Alhori

Eran las 07:30 horas cuando sonó el despertador en el refugio de Postero Alto. Tras desayunar un cola-cao y un trozo de ese rico bizcocho de plátano y nueces que nos había preparado Aitana, nos equipamos y comenzamos a caminar a las 08:45 horas. En esta ocasión me acompañaba Santi. Dos semanas antes estuvimos en el corredor izquierdo del Alhorí, pero tuvo que bajarse con la miel en los labios por acompañar a un amigo que empezó a marearse.
 

Ahora estábamos de nuevo allí para ascender el corredor izquierdo. Las condiciones no podían ser mejores. La nieve estaba dura. En la primera pala de nieve nos colocamos los crampones, guardamos los bastones, piolet en la mano y nos pusimos el casco. Digo esto, aunque todos sabemos que es lo que hay que hacer, sabréis igual que yo que no siempre se hace, pero nosotros en el aspecto de la seguridad procuramos ser "de manual". Seguimos caminando sintiendo el crujir de la nieve al pisarla con los crampones hasta llegar al circo de Alhorí a las 11:00 horas.
 
 
 
Mientras nos pertrechábamos con todo el material de escalada en la roca de siempre, nos envolvió la niebla. Se acabaron las fantásticas vistas de los corredores central e izquierdo y la silueta de los picos nevados sobre el cielo azul. Aprovechamos para comer algo con la esperanza que despejase. No fue así, por lo que decidimos cambiar el plan y escalar en hielo la vía "polvos mágicos". En el refugio otros escaladores nos dijeron que estuvieron escalando el día anterior y las condiciones del hielo no podían ser mejores. Dejaríamos para el día siguiente el corredor.
 
 
 
Serían las 12:15 horas cuando intentábamos localizar la cascada entre la niebla cuando Santi resbaló en una placa de hielo del cono de deyección. Inmediatamente fue a clavar el piolet sin éxito por la dureza del hielo. ¡Santi! ¡Clava el piolet! ¡Santi! gritaba viéndole caer a gran velocidad por la nieve golpeándose fatídicamente contra una piedra que lo volteó cayendo boca abajo hasta chocar de nuevo con la cabeza en otra piedra. Siguió deslizándose velozmente hasta perderse de vista entre la densa niebla. Un escalofrío me recorrió el cuerpo desde los pies hasta la nuca. Entonces grité su nombre y escuché su voz: "estoy bien".
 
Descendí rápidamente localizándolo a 200 metros anclado al regatón del piolet clavado en  la nieve con su cabo de anclaje. ¡Había logrado detenerse! Yo  pensaba que ya no pararía hasta llegar a la piedra donde nos habíamos equipado, pero sí, pudo hacerlo y auto asegurarse. ¡Santi! ¿Cómo estás? ¡Santi! Se retorcía de dolor. Vi que tenía fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda por encima de la caña de la bota.
 
Después de asegurarlo y clavar varias estacas de nieve detrás suya para que pudiera apoyarse al estar en una pendiente de unos 30º, llamé al 112. Inmediatamente me pasaron con el SEREIM (servicio de rescate e intervención en montaña de la Guardia Civil) preguntándome por el estado del herido y nuestra ubicación. Me dijeron que en 45' vendrían con el helicóptero. Yo sabía que sería con esa niebla, pero no perdí la esperanza.
 
Mandé las coordenadas de nuestra ubicación  por whatsapp a Nicolás y recé para que levantase la niebla, no sin antes reenviársela a Chicho e informarle de lo sucedido para que prosiguiese con las gestiones con 112 caso de quedarnos sin batería en el móvil.  Con temperaturas tan bajas las baterías  se agotan rápidamente. Consciente que aquello se podía alargar y estando sobre la nieve a -5º, abrigué a Santi con otra chaqueta de primalof encima del gore-tex, un chaleco de plumas, guantes y una manta térmica. Le puse la cuerda de almohada (no había otra cosa) y le prometí que saldríamos de allí, al tiempo que tragaba saliva con un nudo en la garganta.

A las 13:00 horas sonó el teléfono. Era la operadora del 112 quien nos daba la triste noticia: "El helicóptero no podía volar con la niebla y la Guardia Civil ascendería a pié". A continuación me llamó Antonio (otro miembro del SEREIM) y me tranquilizó al decirme que "tenían las coordenadas y que subirían a por Santi".
 
 
Pasaron las horas y empecé a preocuparme cuando fueron las 16:00 horas. Dudaba ya si había descrito bien el lugar hasta volver a auto convencerme que sí, pero había pasado mucho tiempo. Santi comenzó a dormirse y me asusté. Al ir a arroparlo con la manta térmica vi sangre en la nieve. ¡Esto qué es! Le pregunté si le dolía la otra pierna y me dijo que se la notaba mojada. ¡Uff! Abrí la cremallera del pantalón de gore, cogí mi navaja multiusos y corte con la tijera la malla interior. Tenía fractura abierta de la rótula  Taponé la herida con una braga del cuello y usé la correa de la funda de la cámara fotográfica para presionar la herida
 
Después de cinco largas horas y tras haber intentado comunicarme con Guardia Civil y con 112 sin lograrlo por fallo de red, me puse nervioso viendo que la noche se acercaba. Bajé unos metros y grité. Contestaron gritando mi nombre. ¡No era el eco! ¡Era Antonio! No pude evitar emocionarme al verlo aparecer entre la niebla arrastrando tras de sí la camilla. ¡Sacaríamos a Santi de allí! A continuación llegaron Nicolás, Santos, Alberto, Iván y Sergio.
 
 
Lo primero que hizo Santi al verlos fue pedirles perdón entre sollozos, consciente del esfuerzo que tendrían que hacer bajándolo de los 2850 m que nos encontrábamos. Hicimos una plataforma apelmazando la nieve para colocar la camilla, le pusieron una férula en la pierna rota y lo dejaron caer con sumo cuidado, pero aún asuí, gritó de dolor.
 
Me sorprendió gratamente ver con la profesionalidad y humanidad que lo atendieron. En ningún momento dejaron de animarlo, haciéndole ver que esas cosas pasan. Había sido una accidente. El Cabo 1º Santos le contó un chiste de un borracho con un perro lazarillo en un pub. Nos hizo reir a todos, incluso a Santi. El chiste era bueno claro. No era fácil hacerlo reir.
 
Una vez asegurado con el arnés y correas que dispone la camilla para inmovilizarlo, iniciaron el descenso deslizando la camilla por la nieve sujeta por seis cuerdas. No pensaba que fuese tan fácil bajarlo, pero por las condiciones de la nieve era obvio que sería rápido. Unos metros más abajo paramos a comer algo. Pocos minutos después reanudamos la marcha bajando hasta los 2600 m.

Escuchamos un ruido en la lejanía mirando hacia Jerez del Marquesado y poco a poco fue acercándose. Era "el Cuco" (así llamaban al helicóptero). El ruido se volvió ensordecedor cuando estuvo cerca y con una precisión milimétrica el piloto aproximó el helicóptero a la ladera de la montaña. Había una pendiente de unos 30º y sin llegar a posar el aparato y con las hélices rozando la nieve, subieron la camilla realizando una rápida maniobra de giro de 180º perdiéndose en el horizonte hacia el hospital. Nicolás lo acompañó..

Todos celebramos el momento, conscientes del sufrimiento que se había ahorrado a Santi. Quedaban  todavía tres horas de descenso en camilla, 15 kms de pista forestal más 100 kms de carretera hasta el hospital en ambulancia. Estas maniobras de rescate con el “cuco” resultan extremadamente peligrosas, pero afortunadamente todo  salió bien.

Bajamos charlando hasta los todo terreno. Una vez allí me llevaron hasta el refugio. Nos dimos un abrazo y quedamos en vernos de nuevo por Alicante cuando viniesen a escalar. Se marcharon a por su merecido chuletón, yo  sin embargo me fui hacia el hospital para ver a Santi. Fue una sensación desoladora conducir su vehículo sin estar conmigo. Me asaltaron los recuerdos.   

No quería terminar esta entrada sin hacer mención de nuevo a la intervención del equipo de rescate. En el hospital, Santi  me dijo que Nicolás le había desabrochado el arnés para evitar que se lo cortasen. Al día siguiente del accidente recibí una llamada telefónica de Santos para preguntarme cómo estaba. Alberto y Nicolás que pasaban cerca del hospital  me llamaron para preguntar por su número de habitación. Pasaron a verle ofreciéndoles su ayuda caso de necesitar algo al vivir cerca del hospital. Para quitarse el sombrero.  Gracias a todos.

Conozco a Santi desde hace relativamente poco tiempo, pero me ha bastado para darme cuenta que es una persona excepcional de las que no abundan por el mundo. Esta experiencia juntos no podré olvidarla, pero voy a quedarme con la parte positiva. He forjado una buena amistad, que de ninguna otra manera lo habría logrado con tanta intensidad. De todos modos espero no hacer más amigos así.

 

2 comentarios:

  1. Una vez más.....impresionante Xavi....sigue así animándonos a disfrutar de la naturaleza. A ti Santi, mis mejores deseos de pronta recuperación, te esperamos.

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  2. Que susto Javi! en momentos como estos te das cuenta que la vida pende de un hilo y perdemos mucho tiempo en estupideces.
    Y que grande eres como persona, y como agradezco tenerte como amigo...

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